MUJER Y DEPORTE
Dr. Carlos Benítez Franco
En la historia de la mujer en el deporte muchos fueron los prejuicios que debió superar, hasta llegar al momento actual en que se halla ocupando un rol relevante en el mundo del rendimiento deportivo. Estos preconceptos incluyeron desde posibles perjuicios orgánicos hasta la consideración de que algunas actividades deportivas eran exclusivamente masculinas, así como la supuesta virilización de las mujeres deportistas. También por factores socioculturales se desalentó la realización de actividades que impliquen la utilización de la fuerza y la potencia muscular. Hoy en día hasta se acepta su participación en modalidades violentas como el box, la lucha, el rodeo, etc. y en deportes de contacto clásicamente masculinos como el básquetbol y el fútbol. La incorporación de la mujer en actividades de rendimiento máximo reservadas clásicamente a los hombres llegó hasta su participación en la conquista del espacio.
A partir de la participación fraudulenta de hombres con cambio de sexo en competencias para mujeres, se debió establecer como parte del reglamento de competencias internacionales, la determinación genética del sexo por parte de los equipos médicos de los países organizadores.
La pregunta que cabe realizar es, si las diferencias de rendimiento entre sexos se deben a características intrínsecas propias del sexo, determinadas genéticamente o a diferencias debidas al condicionamiento y las influencias medio-ambientales. Para responder a este interrogante se realizaron numerosas investigaciones a lo largo de la historia que fueron aclarando en gran medida estas cuestiones.
Respecto a las diferencias orgánicas: si analizamos el esqueleto femenino, éste posee un menor tamaño que el de los hombres, con tuberosidades, apófisis y crestas también menores; por otra parte las articulaciones femeninas también son mas laxas, existiendo además diferencias estructurales en la conformación: diámetro de tórax menor, con menor ancho de hombros, columna con mayor curvatura lumbar (lordosis), pelvis mayor con mayor apertura del ángulo de la cadera, rodillas en valgo (hacia adentro, en forma de “X”), menor longitud relativa de miembros inferiores; todos los cuales condicionan el rendimiento deportivo. Si analizamos el sistema muscular femenino, éste posee mayor contenido de grasa intramuscular con menor grosor de las fibras musculares que el varón, además hay menor porcentaje de masa muscular en mujeres 45 % aproximadamente contra 50 % en varones, esto determina diferencias en la fuerza y potencia. La diferencia en la masa magra (libre de grasa) solo se evidencia luego de la pubertad, siendo también significativa la diferencia en tejido graso en mujeres que por factores hormonales tiende a acumularse en cadera, muslos y mamas; estas influencias hormonales impiden que la mujer adquiera características masculinas, salvo que utilice anabólicos.
Respecto a los aspectos funcionales: analizando al aparato cardiovascular y la capacidad máxima de consumo de oxígeno (factores que determinan la resistencia), para un mismo esfuerzo, la mujer posee un menor volumen minuto cardiaco (menos cantidad de sangre eyectada por el corazón), compensada con una mayor frecuencia cardiaca. La capacidad de consumo máximo de oxígeno es un 30 % menor en la mujer, con un mayor tiempo de recuperación post esfuerzo; pero esta diferencia disminuye mucho si se compara teniendo en cuenta solo el peso magro (libre de grasa). También en el sistema respiratorio existe menor eficiencia en la mujer, tanto en reposo como en ejercicio. Por otra parte los componentes de la sangre que también determinan el rendimiento de resistencia, son diferentes en ambos sexos; hay valores menores en la mujer de la cantidad total de sangre (volemia) y del porcentaje de glóbulos rojos (hematocrito), así como de la cantidad de hemoglobina (transportadora de oxígeno).
Algunas modalidades deportivas son más ventajosas para la mujer estas se
caracterizan por el ritmo, la destreza, la habilidad y la estética (gimnasia olímpica, danza, natación sincronizada, patinaje artístico, saltos ornamentales, carrera con obstáculos, hipismo, esgrima, voleibol, tenis de mesa, etc.)
Respecto al ciclo menstrual con relación al deporte, existen factores psico-emocionales que determinan a veces el adelantamiento y coincidencia del flujo menstrual con competiciones importantes. Los conocimientos a este respecto indican que la capacidad física solo se ve perturbada en mayor medida, durante el periodo de tensión premenstrual (día 27,28 del ciclo normal, caracterizado por perturbaciones psíquicas, astenia, cansancio, malestar general, etc.); durante el flujo menstrual hay un aumento progresivo rápido de la capacidad física; posteriormente en la etapa estrogénica (día 4 al 14 del ciclo) se obtienen los mejores valores de capacidad; luego en la etapa progestacional ( día 15 al 28 del ciclo) hay una disminución progresiva lenta de la capacidad física. Es conocido que el entrenamiento físico excesivo puede ocasionar perturbaciones del ciclo con prolongación (oligorrea) o ausencia del ciclo (amenorrea), o retraso en la menarca (primera menstruación), pero la actividad física normal o moderada no perturba la menarca, ni los ciclos o la historia obstétrica posterior, ni el parto o el climaterio; aunque no debe participar en competencias durante el embarazo. Es conocido el hecho de que mejora las condiciones del parto y hay menor cantidad de cesáreas en atletas, además mejora la densidad ósea retrasando la aparición de osteoporosis. Se conoce como la tríada de la atleta un síndrome caracterizado por: 1) amenorrea, 2)perdida de peso y de porcentaje graso y 3) osteoporosis, esto se relaciona también con anorexia y situaciones de stress excesivo.
Las mujeres entrenadas tienen mayores capacidades que los varones no entrenados, pero comparando grupos entrenados, los varones tienen mejor rendimiento. Las diferencias disminuyen en gran medida cuando se relaciona el rendimiento (fuerza o consumo de oxígeno) por kilo de peso corporal y más aun cuando se compara por
kilo de masa magra., debido al mayor porcentaje de grasa en mujeres.
Analizando la adaptación a ambientes calurosos, los investigadores no hallaron diferencias entre sexos, comparando varones y mujeres con igual aptitud, aunque las mujeres tendrían mayor eficiencia para regular la temperatura corporal debido a varios factores como la menor superficie corporal con un mayor porcentaje graso, una menor masa muscular y una mayor tasa de sudoración con mayor vasodilatación.
Respecto a la predisposición a lesiones, a igualdad de aptitud, nivel de entrenamiento y tipo de deporte, tampoco parece haber diferencias entre ambos sexos.Para finalizar, queremos citar una historia que destaca la magnitud del progreso de la mujer en el campo del alto rendimiento:
“Cuando en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984 la corredora americana Joan Benoit ganó la medalla de oro en la primera maratón olímpica para mujeres con un tiempo de 2:24:52, su tiempo habría ganado 11 de las 20 maratones olímpicas anteriores para hombres”.
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